Producto de prueba

Descripción

El viejo recetario de la abuela Lucía siempre se abría por la misma página, la del bizcocho de yogur. Sus bordes, manchados de harina y aceite, eran el mapa de innumerables meriendas felices. «El secreto», me decía siempre, «está en la medida del yogur. Usa su vasito como medidor para todo lo demás y nunca fallarás». Comenzaba batiendo los huevos con el azúcar hasta que la mezcla blanqueaba y se volvía esponjosa. «Como una nube de verano», susurraba. Luego, añadía el yogur y el aceite, integrándolos con movimientos suaves y envolventes. Después, tamizaba la harina junto con la levadura, «para que respire y no le pesen las penas», y la incorporaba poco a poco a la mezcla, asegurándose de que no quedaran grumos. Finalmente, un pellizco de ralladura de limón para perfumar. Vertía la masa en un molde previamente engrasado y enharinado. «Ahora, al horno, precalentado a 180 grados, unos 30 o 35 minutos», indicaba. «Sabrás que está listo cuando al pincharlo con un palillo, este salga limpio como un secreto bien guardado». Y así, el aroma a bizcocho recién hecho volvía a inundar la cocina, prometiendo una nueva tarde de confidencias. Ingredientes

• 1 yogur natural (125g)
• 3 huevos camperos
• 2 medidas del vaso de yogur de azúcar
• 1 medida del vaso de yogur de aceite de girasol
• 3 medidas del vaso de yogur de harina de trigo
• 1 sobre de levadura en polvo (16g)
• Ralladura de 1 limón